martes, 16 de enero de 2018

Hoy no hablaré de Catalunya

Hoy no hablaré de Catalunya, ya me han cansado: Los políticos con su mesianismo, con su victimismo, con su autoritarismo… Los periodistas con su amarillismo, con su complicidad con los políticos, con su soberbia… La gente con su profunda ignorancia, con su tozudez, con su visceralidad… Ya me ha cansado el procès, metéroslo en el cajón de los tiliches*.

Hoy voy a hablar de cosas que os parecerán menos importantes, porque como comenté en el post anterior, lo verdaderamente importante es Catalunya, ¿cómo no?, lo demás es lo de menos. Pero mira por donde hoy voy a hablar de lo de menos, de las 56 mujeres asesinadas durante el 2017 en España víctimas de la violencia machista, si de la violencia MA-CHIS-TA y no violencia de género. Aún no entiendo por qué se empeñan en llamarla violencia de género, el uso de ese término abre la posibilidad a que la violencia se ejerza de forma bidireccional y no es así: Siempre, la violencia entre dos personas de diferente sexo la ejerce un hombre sobre una mujer, siempre; y cuando no es así, estamos ante un caso anecdótico. Porque la violencia machista no solo es física, también es psicológica, social, laboral, y quizás estas formas de violencia sean muchísimo más frecuentes en esta sociedad y estén menos cuantificadas.

Porque, aunque a los y las defensores y defensoras de términos como “feminazis” ó “misandria” no les guste, ésta es una sociedad falocrática donde desde pequeños, incluso sin quererlo, se nos inyecta machismo directo en vena, estableciendo los “roles” que cada uno y una ha de jugar en esta sociedad, incluso aunque esos roles puedan variar con el tiempo y parecer “progres”, pues los niños seguirán siendo valientes y fuertes protectores (aunque ahora también se les permita ser sensibles) y las niñas seguirán siendo princesas débiles a quienes proteger (aunque ahora también se les permita ser exitosas y luchadoras).

Cada día y en todo momento somos testigos (cuando no los cometemos) de pequeños actos machistas, “micromachismos” les dicen, un voltear a ver un culo, un bajar la mirada a un escote, contar un chiste “gracioso” pero misógino, una charla “entre hombres” sobre “lo buena que esta…”, un comentario en el trabajo sobre si el mal humor de “tal persona” es porque “tendrá la regla”, etc. Todo esto también es violencia machista, todo esto la normaliza y hace que la sociedad no se conmueva ante las estadísticas de 56 mujeres asesinadas por su condición de mujeres.
También es violencia machista cuando aquel adolecente le pide el móvil a la novia para “revisarlo” ó cuando el preadolescente hostiga “por hacer la gracia” a otra preadolescente, metiéndose con su físico.

Y cuando encendemos la tele y miramos un anuncio de colonia donde se “cosifica” a la mujer, y en este caso seguro que aquellos defensores de la “igualdad” que llaman feminazis a las feministas dirán “¡hey, también se cosifica a los hombres en ese tipo de publicidad!”… Pues no, no es verdad, porque esta tan normalizada la violencia machista que el espectador masculino al ver a un congénere ser “usado” o “abusado” por una mujer en un anuncio no lo percibe como una agresión, lo percibe como una situación morbosa y satisfactoria. En la calle, cuando una mujer camina sola de noche y un hombre la acosa, aunque sea verbalmente y a mucha distancia, la mujer siente miedo, rabia; en una hipotética situación similar invirtiendo los papeles el hombre nunca se sentirá vulnerable, incluso la situación le podría resultar excitante. Porque la sociedad, durante cientos y cientos de años nos lo ha enseñado así, nosotros dominamos, sometemos, y hasta que no seamos consientes de ello y dejemos de alertarnos cuando se pondera el papel de la mujer en una situación determinada, o cuando se reivindican sus derechos por encima de los nuestros, no estaremos comenzando a avanzar hacia la igualdad de género.

 *Tiliche: Mexicanismo que significa baratijacachivachebujería

martes, 2 de enero de 2018

Lo que importa es Catalunya


Ya hace 10 días de las elecciones catalanas, al día siguiente, como año tras año, Loterías y Apuestas del Estado, repartió con el “gordo” de navidad 4 millones de euros, una minucia comparados a los más de 80 millones que, a partir del 2018, tendremos que “apoquinar” cada uno de nosotros en la factura del gas para pagarle al pobre Florentino Pérez y a sus socios gaseros parte de la indemnización del, presuntamente fraudulento, complejo Castor, pese a que el Tribunal Constitucional ya determino que no hay que pagar una mierda, pues anuló dicha indemnización (más de 1,300 millones sin tomar en cuenta los intereses que llegan a triplicar esta cifra). Recordemos que durante este año que ayer terminó ya pagamos en el recibo del gas otros 80 millones.

Hablando de pasta robada, hace tres días murió con 91 añotes la única hija del dictador unihuevo, el insignificante hombrecillo que secuestró este país durante mas de 40 años, dividió familias enteras, instauró el fascismo más hortera (más incluso que el de Moussolini, que ya es decir) y fue el responsable de cientos de miles de asesinatos y desapariciones a día de hoy impunes, entre otras razones porque quienes hoy gobiernan son sus herederos ideológicos.

La mujer esta, la que se murió, dejó un patrimonio de aproximadamente 600 millones de euros producto de la expoliación durante la dictadura de su padre; nadie de su familia ha dado golpe en su puñetera vida ni sus hijos ni sus nietos, incluido el heredero de la corona francesa (claro, si Francia no hubiese tenido a bien popularizar, en el siglo XVIII, la guillotina). Cuatro generaciones han vivido del dinero robado por Francisco Franco durante 40 años de dictadura y ningún gobierno ha tenido la decencia de, al menos, pedir explicaciones.

Pero volvamos a Catalunya, que es lo que importa, no "La Gurtel", ni quien es M.Rajoy (no vayáis a pensar que es el presidente ¿eh?), ni los más de 60 casos de corrupción que implican al Partido Popular, ni los más de 900 altos cargos del PP imputados, ni las 56 mujeres asesinadas en España durante el año en crímenes de violencia machista, ni que las pensiones hayan subido el mínimo de ley, es decir 5 veces menos que lo que ha subido el coste de la vida, ni que el gobierno de Mariano Rajoy (no M.Rajoy ¿eh?) en 6 años haya vaciado el fondo de reserva de la Seguridad Social (la llamada “hucha” de las pensiones) y haya tenido que pedir un préstamo de 10,000 millones para poder hacer frente, entre otras cosas, a la paga de navidad de los pensionistas... Tampoco importa que 12 raperos que forman parte del colectivo “La insurgencia” hayan sido condenados a 2 años y un día de prisión, más una multa de casi 5000 euros acusados de “enaltecimiento del terrorismo” por componer y cantar sus canciones; tampoco importa que cientos de sindicalistas estén encausados y decenas condenados por ejercer el derecho a la huelga y a la libre manifestación... No, nada de eso es importante, solo Catalunya.

Porque en Catalunya, dicen, se pretende romper la unidad de España, esa “unidad” heredera directa del lema del hombrecillo infame: “Una, grande y libre”, esa unidad “indisoluble” de la nación española que no es otra cosa que la concesión necesaria que los constitucionalistas del 78 tuvieron que hacer con los militares adictos al régimen. Una “unidad” que el gran Rubianes sabía perfectamente que tenían que hacer con ella...

Pues eso, que en Catalunya volvimos a votar, y resultó que, como preveía en el post anterior, seguimos divididos, no hacía falta ser un lumbreras para intuir que el resultado sería un Parlament similar al que se tenía: 50% de partidos independentistas y 50% de no independentistas, más o ménos; ya comentaba yo que la cosa seguiría atorada como no se hiciera un pacto progresista, que los partidos de izquierdas en ambos bloques (indepes y no-indepes) tendrían que hacer un ejercicio de estadísmo y bla, bla, bla... ¡A tomar por saco! Eso ya no es posible, de hecho veo a Catalunya, como está la cosa ahora mismo, ingobernable. Hay periodistas, de clara tendencia independentista, tendencia totalmente respetable, que insisten en que “estas” elecciones no se tienen que ver en clave de izquierdas o derechas, y creo que decir eso es un gravísimo error, pues es esa lectura es la que nos ha llevado a tener, no un Parlament con 70 escaños independentistas, sino a tener un Parlament con 74 escaños de derechas. Me parece muy preocupante que se haya impuesto el mesianismo de Puigdemont carente de un proyecto de gobierno real, sobre el programa social que parecía haber retomado ERC.

¿Y por que digo que, tal y como ha quedado el Parlament, Catalunya me parece ingobernable? Veréis, la propia ERC sabe que el proyecto independentista se ha de aparcar, pues tal y como se ha llevado el Procès, la independencia a corto o mediano plazo es inviable; se ha de intentar conseguir el ansiado referéndum legal, lo que supone cambiar la configuración del parlamento español, al tiempo que se debe buscar la cohesión social en una Catalunya fracturada y muy lastimada; todo esto llevará mucho tiempo, además de que siempre existe la posibilidad de que no se llegue finalmente a la independencia, por que resulte que al final la mayoría no la querramos. Pero resulta que la CUP, con sus 4 diputados esta, nuevamente, en una posición determinante para formar gobierno pues entre JxCAT y ERC sumán 66 escaños y se necesitan 68 para formar gobierno, y dudo mucho que la CUP renuncie al Procès constituent, pues para ellos de facto ya esta proclamada la República Catalana, un tanto incoherente haber participado entonces en estas elecciones ¿no?...

En fin, que si se consiguiera formar gobierno con JxCAT y ERC más 2 diputados ya sea de CUP o de los comunes (soy escéptico en ambos supuestos), habría que gobernar, más allá del proyecto independentista, y es un hecho que, salvo en el soberanísmo, PdeCat (antes CdC y la principal fuerza política de JxCAT es mucho mas cercana al neoliberalismo de Ciutadans que a la Socialdemocracia de ERC.

Así las cosas, habrá que esperar unos días a que pasen las fiestas y pase la resaca, física, económica y electoral, mientras tanto que os traigan los Reyes lo que hayais pedido, yo es que soy mas de Santa Clos, con eso de que va de rojo me inspira mas confianza que la monarquía... Y a los ciudadanos de buenas conciencias nacional-católicas, tranquilos, no se rompe España, la unidad nacional esta a salvo y de los campanarios solo cuelgan campanas.