Esta es una expresión coloquial muy frecuente en México y es usada cuando intentamos disimular “algo” que no queremos (o no nos conviene) que se sepa. Así como ahora, Joseph Alois Ratzinger (alias Benedicto XVI), a mi juicio, intenta “tapar el ojo al macho” con la investigación que ha abierto a la congregación ultra-católica La Legión de Cristo, fundada en 1941 por el sacerdote mexicano Marcial Maciel Degollado quien falleció en enero del año 2008 en un retiro de silencio forzado por el propio Papa desde mayo del 2006 a raíz de los múltiples escándalos en que se ha visto envuelta la congregación desde los años 60; escándalos que han ido desde abusos sexuales, pederastia, malversación de fondos… Incluso, esos escándalos han trascendido la muerte del propio fundador ya que hace algunos meses se ha destapado la existencia de una hija ilegitima de éste en España.
Es curioso como hasta ahora, y precisamente ahora, después de mas de cuarenta años de denuncias, después de la muerte de Maciel (amigo personal de Karol Józef Wojtyła mejor conocido como Juan Pablo II) y en medio de una avalancha de despropósitos y meteduras de pata del actual líder del Vaticano, es que se abre esta investigación. ¿No será que necesita un chivo expiatorio para que la imagen del Papa, otrora, Gran Inquisidor (o usando el termino políticamente correcto “Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe”), sufra los menores daños posibles como efecto lógico de su política ultra-conservadora e irracional frente a temas sensibles para la sociedad y los gobiernos europeos?
Revisemos pues el desafortunado andar en los últimos meses de Don Joseph Ratzinger:
- Su política abiertamente homo-fóbica tratando a la homosexualidad como una enfermedad pecaminosa (al más puro estilo franquista) y no como un estilo de vida que nada tiene que ver con una patología.
- Apoyo incondicional del Vaticano hacia la Conferencia Episcopal Española (CEE) en cuanto a la postura de esta última frente a la reforma que plantea el Gobierno de España a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que incluye la despenalización del aborto y la ampliación de los supuestos en que se puede practicar dejando la decisión en manos, como es lógico, de la madre. En este aspecto, la posición de la Iglesia Católica es entendible e incluso respetable, aun que, como millones de ciudadanos, no la comparto; sin embargo la intención de la CEE de influir en la reforma de esta o cualquier otra ley rebasa, por mucho, las atribuciones que tiene como confesión religiosa ya que no se le puede considerar legalmente agente social con capacidad de debate en un Estado laico. Esta misma actitud es la que ha tenido la Iglesia Católica en cuanto a la asignatura Educación para la Ciudadanía, pretendiendo fomentar en algunas asociaciones de padres de familia la interposición de un recurso legal que contempla la legislación española llamado “objeción de conciencia” para que sus hijos no asistan a las clases de esta asignatura, por considerarla contraria a sus principios morales; afortunadamente, este debate ha sido zanjado por el Tribunal Supremo ratificando la obligatoriedad de la asignatura que, dicho sea de paso, fue sugerida hace algunos años por la Comunidad Europea.
- La restitución de dos obispos ultra derechistas, de ideología abiertamente neonazi y negacioncitas del holocausto, quienes habían sido excomulgados y, obviamente, deshabilitados por Wojtyla.
- Y la ultima “brillantes” del señor Ratzinger han sido sus declaraciones en su reciente viaje a África, la región del planeta mas abatida por la epidemia del sida: “No se puede solucionar el problema del sida con la distribución de preservativos, al contrario, su uso agrava el problema". Aun que después, el Vaticano halla querido rectificar aclarando que “el Papa no quería decir lo que dijo” (sic), el daño ya estaba hecho y esas declaraciones fueron interpretadas de la única manera que podían interpretarse, como absurdas.
Pensemos pues, si el Papa ha tenido últimamente un proceder bastante negativo para su imagen propia y para la institución que representa, en estos tiempos en que la crisis afecta no solo al ámbito económico, sino también a ámbitos sociales como las confesiones religiosas; es lógico pensar que se necesite, por parte de la propia iglesia, orquestar una distracción que intente desviar la atención de la opinión publica hacia “algo” positivo para paliar en la medida de lo posible las consecuencias negativas.
En esta tesitura podemos situar el caso de los Legionarios de Cristo, una congregación que, en México, su país de origen y sede, ya han enfrentado una considerable cantidad de juicios penales de causas promovidas por presuntas victimas de abuso sexual y pederastia que al convertirse en adultos han tenido el valor de denunciar. Estas causas han venido acompañadas por otras sobre delitos y faltas de índole económica como malversación de fondos. ¿Por qué ahora esto es noticia y por que hasta ahora el Vaticano toma cartas en el asunto? Maciel murió hace mas de un año, Juan Pablo II murió hace cuatro, la investigación se apertura cuando los delitos o faltas que se hubieran podido perpetrar llevan años investigándose por la justicia, ¿Qué quiere el Papa ahora, decirle a sus Legionarios que se han portado mal y castigarlos sin cenar? ¿O será que quiere taparle el ojo al macho?
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