Bueno, pues esta será la última
vez que escriba una entrada y quizás nadie llegue realmente a leerla, bueno
esto según los mayas ya que mañana se acaba el mundo ¿no? Bueno, según los
mayas no, según, mas bien, la multitud de teorías “conspiranoicas” que han
surgido en el último año sobre el fin del llamado “calendario maya”.
Algunos de los que me conocen
personalmente saben que unos de mis “hobbies” son los temas paranormales y las
teorías de la conspiración; me gusta leer acerca de estos temas más para
“desconectar” que por creerme realmente la cantidad de chorradas que se dicen
sin ninguna base solida. Al fin y al cabo lo “oculto” siempre ha resultado
fascinante al ser humano y bien que mal, muchas de las ciencias actuales
comenzaron siendo conocimientos mágicos.
Pues bien, desde hace más de un
año ha habido en internet una creciente aparición de artículos sobre el
“inminente” apocalipsis maya. Y yo me pregunto ¿realmente la cultura maya
vaticinó un futuro “fin del mundo”? La respuesta es no; el “calendario maya”
consiste en una serie de estelas de piedra con glifos que representan, si, un
extraordinario sistema de medición del tiempo basado en observaciones celestes
tan precisas que la comunidad científica las sigue estudiando. En esas estelas
se determinan, como en un calendario, una serie de eventos importantes (para
los mayas de aquel entonces) y es gracias a la comparación de esos eventos
sucedidos en el pasado con nuestro calendario actual (gregoriano) que se ha
podido determinar que el calendario maya comenzó en el 11 de agosto del 3114 a. C. Así mismo se ha
llegado a la conclusión que la última fecha coincide con nuestro “fatídico” 21
de diciembre de 2012.
Bueno, pues en estas estelas,
concretamente en una (que es la única que determina un evento para ese día) ni
remotamente se hace referencia a ningún fin del mundo ni nada similar; tan solo
se habla del retorno de un dios, que además no es ni siquiera Kukulkan, que tendría más sentido
profético ya que es el equivalente maya a Quetzalcoatl
quien, según la tradición, prometió a su pueblo volver de su exilio; el dios
que retornará, según la estela número 6 del sitio arqueológico de Tortuguero en
Tabasco México, es Bolon Yokte deidad
relacionada con la guerra y la transformación. Si nos detenemos a pensar un
poco, el calendario maya, como los sistemas de medición temporal de las
culturas mesoamericanas, era cíclico e íntimamente ligado a su mitología. Para
los mayas de aquel entonces, pues, cada 5.126 años terminaba un ciclo (una era)
y comenzaba otro, lo cual supone en sí mismo, una transformación, y la forma
más habitual que aquellos hombres y mujeres conocían para la transformación era
la guerra; por tanto, simbolizar la finalización de una era con una deidad
relacionada a esa transformación resulta bastante razonable aunque, para muchos
conspiranoicos, resulte decepcionante el hecho de que no vayan a venir hordas
de seres extraterrestres de características reptiloides a someter a la raza
humana.
A partir de aquí, se empezaron a
relacionar profecías de distintas (y muchas veces dudosas) procedencias; des de
las, también mayas (pero escritas muchos siglos después), contenidas en los
libros del Chilam Balam (donde, como
dato curioso, si que se habla del retorno de Kukulkan) hasta las apariciones en televisión de una presentadora
japonesa que se hace llamar Princesa Nakamuru que cuenta como fue contactada a
través de “su tercer ojo” con extraterrestres quienes le dijeron que el 22 de
diciembre habría 3 días de obscuridad total. Pasando por interpretaciones
rebuscadas del tercer misterio de Fátima o de las Centurias de Nostradamus.
En fin, lo curioso del fenómeno
apocalíptico que estamos viviendo estos días no es que en realidad vaya a pasar
algo excepcional mañana, si no que la gente se lo está creyendo de forma
masiva. Encuestas en EEUU hablan de que el 50% de los estadounidenses cree que
el mundo se va acabar el 21 de diciembre; ya sé que los gringos son muy fanáticos
y crédulos, pero esa cifra es del 20% en España. Los seres humanos tendemos
siempre a pensar que estamos en el peor momento de la historia de la humanidad,
que somos lo peor que ha parido esta tierra, que vamos a peor y esto no hay
quien lo pare.
Detengámonos un momento a pensar
¿realmente estamos tan mal? Yo diría que no. Otro de mis “hobbies” es la
historia. En la Edad Media los seres humanos vivían un promedio de 40 años, de
hecho alguien de mi edad estaría terminando su vida y ya tendría nietos adultos.
En la Edad Media, lo normal era que se viviera en guerras constantes que
duraban generaciones enteras; las pestes que acabaron con el 75% de la
población de Europa en esos años, harían que nuestras epidemias y enfermedades
parecieran catarros en comparación. Hasta bien entrado el siglo XVIII no existía
el concepto de “matrimonio por amor”, eso, el amor, es un “invento” del Romanticismo.
La esclavitud fue abolida en la mayor parte del mundo hace poco menos de 200
años. Hoy vivimos el doble, y en mejores condiciones físicas y mentales que
hace 100 años. Somos capaces de comunicarnos en un instante con alguien que
vive del otro lado del mundo. La vida de los demás, hasta hace muy pocos siglos
no valia nada y ahora somos capaces de dar la nuestra por la de los demás. Las
guerras hoy, si, son terribles, pero ni por asomo suponen las sangrías de hace
500 años. Hay mucho por hacer aun, Africa, Asia, America… Pero avanzamos, y a
pasos agigantados, aunque no lo creamos, aunque veamos el futuro negro. La
crisis quizás sea la peor del siglo XX, lo es sin duda, peor incluso que la del
29. En España hay familias, cientos de miles, que no celebraran una Navidad
mejor que la del año pasado. Rajoy es jilipollas, directamente, así, sin
anestesia. Los gobiernos aprietan, si… No se trata de tapar el sol con un dedo.
Pero tampoco se trata de tirarse a la “tremenda”, lo que está mal, hay que
cambiarlo, y eso solo lo podemos hacer entre todos, y estoy convencido que lo
haremos, que aparcaremos nuestras diferencias, veremos hacia adelante.
Tranquilos, que no me estoy
ablandando, seguiré de cascarrabias, tocando los cojones, solo que me parece
que en algo sí que acertaron los mayas, que es una época de cambio y que ese
cambio lo veremos nosotros porque lo generaremos nosotros, todos… No tenemos de
otra. Asi que os deseo un feliz fin del mundo y nos vemos, si los mayas lo
permiten, después del solsticio de invierno.
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