Todo parece indicar (según los diarios internacionales que,
como sabemos, son el oráculo de los dioses, infalibles y fiables) que hace dos días, un presunto terrorista asaltó
un tráiler de procedencia polaca, asesinó al conductor colocándolo en el
asiento del copiloto (o el cadáver del conductor lo tiró en la carretera
después de asesinarlo junto con su acompañante al que dejo en el interior del vehículo),
y condujo hasta la tradicional feria de navidad de Berlín para empotrar el
enorme camión contra los stands matando,
a 12 personas e hiriendo a otras 48, inmediatamente después, el presunto
terrorista, baja del vehículo y desaparece del lugar del crimen, sin heridas
destacables dada la rapidez de su huida.
Anoche, todos, absolutamente todos los noticieros en Primetime solo hablaban de este suceso,
dramático en si mismo.
Horas antes, los medios de comunicación (poseedores de la
verdad absoluta), nos narraban (con video snuff
incluido) como, a la voz de Allahu Akbar
(Ala es grande), un policía turco asesinaba a tiros al embajador ruso en aquel
país. Me pregunto ¿Qué clase de seguridad tienen en Turquía (y en Rusia) para
que un policía fuera de servicio, vestido de civil se situé a dos o tres metros
de un diplomático de primer nivel de una de las principales potencias del mundo
y le dispare hasta en 9 ocasiones sin que reaccione ningún guardaespaldas; incluso, le de tiempo de huir y ser abatido a tiros 15 minutos después?
Poco antes de estos dos hechos, en Suiza un hombre vestido
de negro entra a una mezquita y dispara hiriendo a tres personas, después huye
y es encontrado muerto a 300 metros del templo musulmán. De este asunto, apenas
y se han hecho eco los medios, alguna discreta nota de prensa y unos pocos
minutos en los noticiarios del lunes.
Mientras ningún medio ha insinuado si quera la posibilidad de
que el atentado de la mezquita de Suiza tuviese un móvil xenófobo, sobre la
masacre de Berlín (reivindicada por ISIS) se aseguraba, incluso por la propia
Merkel, que el autor era un refugiado afgano o paquistaní, y aunque fue
desmentido a última hora de ayer martes, el daño ya está hecho, ha quedado
grabado en nuestra memoria colectiva que “los refugiados pueden ser un gran
peligro para Europa”
Para reforzar esta idea implantada, otra vez los medios nos
narran como “según testigos” el policía turco, después de cometer su crimen,
grita: “Recordad Alepo, esto es una venganza por lo de Alepo” Por si acaso, aún
había mentes europeas resistiéndose al “implante”, aquí tenemos la dosis de miedo
necesaria para fijar la idea principal.
Al día de hoy siguen ocupando las portadas de los
principales diarios y varias decenas de minutos en los telediarios de toda
Europa tanto el atentado de Berlín como el asesinato del embajador ruso en
Turquía, y el caso de la Mezquita de Suiza, para la prensa es caso cerrado, tal
y comolo fue para la propia policía de aquel país a las pocas horas de haber
encontrado el cadáver del presunto asesino: Hay crímenes terroristas que en Europa
importan más que otros, al menos a los medios y a los poderes a los que esos medios
sirven.
Antes de que el listo de turno salte y diga: “No hay
comparación, en la mezquita hubo solo 3 heridos y ningún muerto (se ve que el
asesino no cuenta), y en Berlín hay nada menos que 60 víctimas, 12 asesinados”
Diré que no es cuestión de número de víctimas, eso no hace un atentado más
terrible que otro, es el terror que se pretende causar lo que lo determina. Pero creo que la pregunta
que nos deberíamos de hacer en todos estos casos es ¿Quién quiere causar ese
terror? Y ahí encontraremos el valor que los medios (y sus Señores) le dan a
uno y otro atentado.
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