Futur incert (Foto y composición: Imanol García Aladro 2017) |
El pasado 6 de septiembre, en Catalunya, asistimos a un espectáculo penoso, no porque se aprobara la ley que soporta el marco legal para la realización de un referéndum con el que se pretenderá decidir la independencia de Catalunya, tampoco porque esa aprobación requiriera la desobediencia al Estado español y a sus instituciones, y por tanto la desobediencia a la Constitución española, esta desobediencia es esperada, casi necesaria, en un proceso que, aparentemente, ha agotado todos los recursos políticos para conseguir el añorado referéndum de forma negociada con el Estado; lo vivido entre el 6 y el 7 de septiembre fue esperpéntico porque, para alcanzar su objetivo, el Govern catalá y la mayoría parlamentaria de JuntsxSi y la CUP reventaron la propia legalidad catalana modificando el reglamento del Parlament y el Estatut d’Autonomia a conveniencia y saltándose normas fundamentales para poder hacerlo, como votar esas modificaciones en mayoría cualificada, es decir dos tercios de los diputados, ó seguir los procedimientos establecidos en el reglamento, como esperar al dictamen del Consell de garanties, en lugar de eso, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, desoyó sistemáticamente al Secretari del Parlament y a los letrados, no moviéndose ni un milímetro de la hoja de ruta marcada por la coalición independentista, la CUP y la propia Asamblea Nacional Catalana, en una suerte de embarco bucanero (por parafrasear a Joan Coscubiela) que terminó por secuestrar al Parlament, en medio del atropello a los derechos de los diputados de la oposición.
Decía yo, que la desobediencia al Estado español, a sus instituciones (como el Tribunal Constitucional) y a la propia Constitución española, es casi necesaria tal y como están las cosas de enquistadas, pero manipular y desobedecer la propia legalidad catalana, es deslegitimar el marco legal que pretenden legitime sus aspiraciones. No le encuentro sentido a aprobar una ley para hacer un referéndum y otra ley para establecer los pasos de la hipotética desconexión con el Estado español, reventando las leyes en las que se suponen se han de fundamentar.
Hay quienes comparan el proceso catalán con procesos independentistas históricos: La revolución de independencia estadounidense, la revolución francesa e incluso la guerra de independencia de México (así como las ocurridas en toda América Latina), diciendo que en todos esos procesos, las constituciones y los marcos legales que regirían las nuevas naciones comenzaron siempre de cero, sin necesidad de marcos legales que legitimaran nada. Es verdad, pero todos esos casos fueron precedidos por enfrentamientos bélicos, revoluciones que terminaron por obligar a los países “opresores” a reconocer la soberanía de las nuevas naciones. Este no es, ni por asomo, el caso de Catalunya; aunque los partidarios del “si” se empeñen en utilizar eufemismos como “revolución democrática”, este no es un proceso revolucionario social porque simplemente no existen condiciones revolucionarias, si fuera así, no se recurriría a ningún marco legal, ni a ningún parlamento, se gestaría la nueva nación desde la clandestinidad, sacando el conflicto a la calle asumiendo todas sus consecuencias (cosa que por cierto si quiere la CUP). Puede aspirar, quizás, a revolución política, puede; pero siguen faltando condiciones revolucionarias objetivas (opresión y miseria) y subjetivas (concienciación de la clase “oprimida” respecto a su condición): No olvidemos que el movimiento independentista catalán esta gestado y soportado desde la burguesía catalana (ANC, PDeCat, incluso los socialdemócratas ERC). La burguesía en particular, y la mayoría de la sociedad catalana en general, mantiene un statu quo que difícilmente estará dispuesto a perder por mucho sentiment que haya de por medio.
Yo no creo que se pueda votar el 1 de octubre, y mucho me temo que eso ya lo sabían los “padres del procés” antes de reventar el Estatut y secuestrar al Parlament, de hecho me parece que el objetivo último era ese: Que finalmente el “maldito Estat Espanyol” utilice el monopolio de la violencia que ostenta, creando mártires y asegurando así una eventual victoria de los partidos de la coalición independentista en unas consecuentes elecciones anticipadas.
La CUP, por su parte, supone que esa imposibilidad forzada para votar desembocaría de forma natural en “sacar el procés a las calles”, y así será, por un tiempo (más corto que largo), en cuanto la población independentista que apoya estas elecciones “a toda costa” comience a ver peligar su statu quo, optará por dejarlo estar, optará por las elecciones anticipadas por que “som gent pacífica, democràtica”; insisto, no hay condiciones revolucionarias.
Pero supongamos que finalmente se vota, ¿de verdad creemos que la ley de referéndum es garantista? ¿De verdad es justo y democrático que con un voto más del “si” frente al “no” se proclame unilateralmente la independencia? ¿Vemos normal que no se exija un mínimo de participación? Al escuchar estas preguntas, los partidarios incondicionales de la “independencia a toda costa” replican que no sería la primera vez, y te ponen de ejemplo paradigmático el referéndum de Escocia; pero se dejan un par de cosas muy importantes, el referéndum de Escocia fue pactado con el Reino Unido, su marco legal es garantista y, sobre todo, transcurriría más de un año desde su aprobación hasta su realización dando plazo suficiente a partidarios tanto del “si” como del “no” a promover la participación que, finalmente, fue del 84,6%. Escocia, por cierto, es la excepción, pues casos como el de Montenegro-Servia, Kosovo o más recientemente, la región del Véneto en el norte de Italia, exigieron una participación mínima que oscilaba entre el 50% y el 60%, según cada caso.
No me voy a detener en hablar sobre la poca o nula seguridad jurídica que supone no conocer el censo con anterioridad o poder imprimir la papeleta en casa, es obvio lo que suponen este tipo de “licencias” en cualquier votación: Más, si cabe, falta de legitimidad en el resultado.
¿Y si al final se declara unilatetalmente la independencia de Catalunya? Pues no lo se, porque despues del ridiculo monumental que estamos haciendo (Catalunya y España) frente a la comunidad internacional dudo mucho que algun país nos reconozca como Estado, y para que finalmente un país pueda ser considerado independiente necesita forzosamente un minimo de reconocimiento internacional.
No nos olvidemos de algo fundamental, el principal responsable de este despropósito es y seguirá siendo el Gobierno español del PP, de eso no hay duda; pero, definitivamente, yo no quiero una República (catalana o española) gobernada por quienes han pactado los recortes que padecemos, las reformas laborales que han lacerado el estado de bienestar, y que durante mucho tiempo fueron socios en el desfalco a Catalunya y a España, estoy hablando, porsupuesto, del PP y de Convergencia (ahora PDeCat).
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