Han pasado poco más
de dos meses desde la última vez que escribí un post en este blog,
en esa última entrada hablaba yo sobre cómo esa perversa unión
entre PdeCat y ERC junto con la CUP, usando y abusando de su mayoría
parlamentaria, pasaban por encima del resto de partidos, los no
independentistas, y desobedeciendo las propias reglas del Parlament,
aprobaban la ley del referéndum y la posterior ley de desconexión.
Desde aquel 6 de septiembre hasta hoy han pasado una cantidad de
acontecimientos que si me hubiesen dicho que pasarían, no me lo
hubiera creído, pero pasaron: El Estado puso en marcha un
“espectacular” operativo, Anubis le pusieron, el cual
consistía en llenar de patrullas de los GRS de la Guardia Civil (sus
cuerpos de elite) importantes vías de Barcelona, donde se encuentran
las principales Conselleries
de la Generalitat , registrarlas y detener a funcionarios de
alto nivel para ser interrogados (llevándoselos esposados, para
añadir dramatismo a la puesta en escena), al tiempo que esto ocurría
más de 10.000 policías nacionales y guardias civiles eran alojados
en cruceros fletados por el gobierno español, barcos decorados con
enormes dibujos de personajes entrañables de la Warner, flipante.
Cientos de miles de ciudadanos en Catalunya nos indignamos ante lo
que a todas luces parecía una “ocupación” y muchos, que no
íbamos a votar en 1 de octubre por considerar esa convocatoria
ilegitima, finalmente decidimos votar (en mi caso votar “no”,
pero seguramente hubo mucha gente que ante estos movimientos del
Estado decidió cambiar su intención de voto).
Decidí finalmente
acudir a las urnas ilegales porque unos y otros, Estado y
Generalitat, a los “equidistantes”, nos pusieron una pistola en
el pecho, figuradamente hablando obviamente, pues votar legitimaba
una posición pero no votar legitimaba otra, al menos eso pensamos
muchos, y en mi caso decidí optar por el que vi como “daño
menor”, al fin y al cabo terminó siendo lo que yo pensé que
terminaría siendo: Una reivindicación social más que una votación
vinculante, aunque los independentistas más radicales, al día de
hoy no lo quieran ver así.
El Estado, utilizando el monopolio de la
violencia que ostenta, terminó boicoteando con éxito el 1-O: Entre
las urnas incautadas, los colegios electorales cerrados a hostias y
los gravísimos “errores” informáticos en el llamado “censo
universal” (sic), el resultado no puede ser ni fiable ni legítimo.
A pesar de todo, y
después de dos semanas de titubeos, negociaciones “secretas” y
presiones, el Parlament (hoy disuelto) y el President
(ahora cesado) declararon unilateralmente la independencia de la
República Catalana, y la respuesta del Estado fue la aplicación del
artículo 155 de la Constitución, que viene a decir más o menos que
el gobierno en turno puede adoptar las medidas necesarias (previa
aprobación en mayoría absoluta del Senado) para hacer que una
Comunidad Autónoma díscola cumpla forzosamente con sus obligaciones
constitucionales. Es evidente que a este artículo de la Constitución Española le falta un
poquito de desarrollo, pero bueno, tampoco es que se lo hayan sacado
de la manga, de hecho es una copia prácticamente literal al artículo
37 de la Ley Fundamental de Bonn (Constitución Alemana). En fin, que
el resultado ha sido la disolución del Parlament de
Catalunya, el cese del President, del Vicepresident y
de todos los Consellers catalanes, la querella penal en contra
de todos los miembros del Govern catalán, de los miembros de
la mesa del Parlament y de dos activistas, la encarcelación
preventiva de esos dos activistas y de parte del Govern cesado
(incluido el exvicepresident Oriol Junqueras), el auto exilio
de otra parte de Govern cesado (incluido el expresident Carles
Puigdemont) y la convocatoria de elecciones autonomicas en tiempo
record: Votaremos el jueves 21 de diciembre. Mientras tanto, las
funciones de la Generalitat las asume el Gobierno Central, vamos que
estamos intervenidos.
Así las cosas; he
creído necesario el resumen, primero porque algunos y algunas que me
leéis estáis a miles de kilómetros allende el mar y seguro que
bien, bien, no se llega a entender la sarta de despropósitos que
se han venido acometiendo en los últimos dos meses; pero también
porque me viene bien poner un poco de orden en mi cabeza y en mis
emociones ya que han sido un par de meses verdaderamente
"esquizofrénicos", saltando de la defensa al rechazo y viceversa de ambas posturas. Si no he publicado en todo este tiempo ha sido
fundamentalmente porque mi enorme enfado no me hubiese permitido
escribir con cierta sensatez, aún ahora me cuesta encontrar las
palabras sin pasar por el sobresalto visceral.
Aquel 6 de
septiembre, algo se rompió, de una forma en que difícilmente se
podrá volver a unir, me explico: Todos, en Catalunya tenemos en
nuestro entorno más cercano, amistades, familia, compañeros de
trabajo, tanto independentistas como no independentistas, y hasta
hace dos meses se podía perfectamente hablar de forma critica sobre
estos temas, sobre la viabilidad o no de una hipotética
independencia, sobre pros y contras; incluso se podía hasta discutir
acaloradamente en una tertulia familiar o una reunión de amigos y
terminar la jornada con dos besos y un abrazo, pues por
encima de cualquier sentimiento ideológico existía otro mucho mas
fuerte mas solido, el de la amistad y el de los lazos familiares.
Hace 13 años que vivo aquí, estoy casado con una catalana y mi hijo
es catalán, puedo decir sin miedo a equivocarme que los catalanes y
las catalanas en general, son gente leal y honesta, una vez que te
brindan su amistad es para toda la vida, pienses como pienses, votes
a lo que votes, creas en lo que creas. Pero hoy en Catalunya las
tertulias familiares y las reuniones de amigos ya no terminan con dos
besos y un abrazo, en el mejor de los casos, acaban con un apretón
de manos y una revalorización del vínculo que une a quienes se
despiden.
Pero si hace poco
más de dos meses algo se rompió, hace 7 años que se viene tensando
ese "algo" para que se rompa, por un lado el gobierno de Partido
Popular atacando insistentemente todo lo catalán (desde el Estatut
d’Autonomia recurrido ante el tribunal constitucional y
mutilado finalmente por éste, hasta la financiación por debajo de
las demás Autonomías cuando se aportaba cerca del 25% del PIB
nacional); y por otro lado los partidos independentistas alimentando
el rencor a lo español con el “Espanya ens roba” o “Sense
Catalunya Espanya fa fallida”. Con una absoluta
irresponsabilidad y con poquísima altura de miras, políticos de
ambos lados del Ebro, que distan mucho de ser estadistas, han
conseguido en esos 7 años lo que en su día logró el hombrecillo
infame del alzamiento del 36: Separar familias enteras y fracturar a
la sociedad (catalana y española) en “ellos y nosotros”
Votamos en 3 días a
un nuevo Parlament, y no he escuchado por parte de ERC, JxCat, PP ó
C’s, un programa político una hoja de ruta para hacer gobernable
Catalunya. La CUP por su parte tiene un programa social claro, pero
pasa irremediablemente por la instauración de la Republica catalana
y por tanto por continuar con el proceso unilateral de independencia.
El PSC por su parte, también tiene desarrollado un programa político
que incluye atender buena parte de las demandas sociales de
Catalunya, pero según el propio Iceta, no esta dispuesto a gobernar
o pactar un gobierno con ERC. La coalición En Comú Podem tiene claro
que para hacer gobernable Catalunya y sacar adelante su programa
social hace falta un pacto de Izquierdas que pasa necesariamente por
tender lazos entre ERC (probablemente la lista más votada) y PSC,
pero no parece que los Republicanos quieran de verdad apartarse de la
estrategia de utilizar su estancia en prisión continuando con el
discurso victimista (exactamente igual que JxCat), ni que el PSC quiera hacer un ejercicio de estadismo rompiendo una lanza a favor de ERC para intentar, junto a
los comunes, desenrocar esta situación.
A ningún político
parece importarle demasiado el verdadero dilema en Catalunya: Veréis, la única radiografía fidedigna que se tenía de la sociedad
catalana y de lo que ésta quiere, era la composición del Parlament
después de las elecciones de 2015, puntos porcentuales arriba o
abajo, la mitad eran partidos (o coaliciones) independentistas y la
otra mitad no independentistas, y ese 50% es el principal problema ya
que,a tenor de esa evidencia, ninguno puede hablar por todos, no
somos “un solo poble” como utiliza de slogan Puigdemont, estamos cortados por la mitad, y parece
que dentro de 3 días la cosa no va a cambiar mucho gane quien gane.
Hace falta desbloquear la situación y la única forma de que esto sea
posible es a través de un pacto progresista con todos lo partidos de
izquierda, pero me temo que están todos y todas mirándose demasiado
el ombligo mientras a los ciudadanos de Catalunya nos siguen
creciendo las grietas hasta que la fractura sea de verdad
irreparable.
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