martes, 23 de octubre de 2012

Vamos de culo


Culo es una palabra que en España no supone altisonancia ni insulto alguno, es más, es de uso común en el día a día, en todas las esferas sociales, en todos los medios de comunicación; encender la tele en horario infantil y veréis en diferentes programas y bajo distintos contextos la palabra culo. La clave es esa, el contexto en el que se usa: “Me acabe el culo que quedaba de refresco” significa que acabé los restos de dicha bebida, “aparcaré de culo” significa que estacionaré el coche en reversa; así pues “ir de culo” es una frase hecha con la que uno quiere decir que no da abasto, que va desbordado de trabajo, de actividad, de estudio… De lo que sea.

Pues de culo vamos en España, o mejor dicho en las Españas, que son muchas y muy variadas. Está la España de Rajoy, esa que desborda unidad constitucional, que es indivisible, que es “la cuarta potencia económica de Europa” aunque este apunto del rescate económico de Bruselas.

También tenemos a la España policial, esa España donde de la noche a la mañana hacen un Código Penal a medida de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; donde la resistencia pasiva, esa que puso de moda Gandhi, será un delito; donde convocar manifestaciones que se tornen violentas (aunque los convocantes no lo deseen) será un delito; donde grabar a los “agentes del orden” “haciendo su trabajo”, aunque esto suponga pegar palizas y romper material de trabajo a periodistas, será un delito; donde esos “agentes del orden”, a diferencia de la mayoría de países europeos, no van identificados con un número (ni con nada) y utilizan armamento que está prohibido en los demás países de la Comunidad Europea (como las balas de goma que ya han costado alguna vida).

Por otro lado tenemos a las Españas dentro de las Españas; algunas que quieren dejar de serlo más allá de las apuestas partidistas del democristiano President de la Generalitat de Catalunya y más bien respaldadas por la voluntad de un millón y medio de personas que, por diferentes motivos y con diferentes ideologías, salieron a la calle el pasado 11 de septiembre para decirle al resto de España que quieren ejercer su derecho a la autodeterminación. Y están las otras Españas dentro de las Españas, como la de Monago, el presidente de Extremadura, quien dice que los 5023 millones que pide Catalunya del Fondo de Rescate Autonómico es dinero que le pertenece a Extremadura y al resto de España, pero no a Catalunya… aunque Catalunya aporte el 28% del PIB Español (casi una tercera parte) sin recibir ni el 5% de regreso.

Hay mas Españas dentro de las Españas, unas refrendan por mayoría absoluta al Partido Popular, aunque este haya mentido sistemáticamente incumpliendo punto por punto su programa electoral; y otras dan la victoria al Nacionalismo Independentista votando por el Partido Nacionalista Vasco y por el recién nacido Bildu, referente de la Izquierda Abertzale.
Pero hay una España que aún puede cambiar las cosas, esa es la España reivindicativa, la España verdaderamente democrática, la de los jóvenes que ven su futuro en peligro y no están dispuestos a permitir que les arrebaten lo único que tienen, su esperanza y su dignidad. Esa es la España que se pone de huelga y sale a la calle a gritar ¡Basta!

Esa es la España más real, la que sufre los brutales recortes a la educación, a la sanidad, a la cultura; esos recortes orquestados por la clase política dominante, la de derechas, la que considera que ya nos está bien que los alumnos de primaria, secundaria y bachiller compartan clase con el doble de alumnos que el año pasado; la que considera que los universitarios pueden asistir a clase de pie porque en las aulas para 200 alumnos hay 700; esa clase política que piensa que está bien que esos mismos alumnos de universidad, el futuro de nuestro país, reciban clases una semana si y una semana no ya que no hay suficientes profesores en plantilla, los que tenían engrosan las tasas de desempleo y las filas del INEM. Esa clase política que mayoritariamente gobierna y que alcanzó ese gobierno a base de mentiras, de prometer jamás hacer lo que está haciendo, es la misma clase política que hará, porque ya se puso a ello, que los inmigrantes ilegales no reciban sanidad y si quieren recibirla deberán pagar unas cantidades absurdas de dinero, tan absurdas que les saldría más barato contratar un seguro privado. Esta es la España donde el 21% de la población vive por debajo de la linea de pobreza.

Esta España que dibujo, que es la de verdad, así de cruda, es la que saldrá a la calle el 14 de noviembre a luchar a través de la única arma legal que, de momento, nos queda: La huelga. Y digo de momento porque esos mismos barones del gobierno están considerando, si no eliminar, limitar ese derecho también.

Así que vamos de culo.


Al principio de la entrada hablaba yo de que la palabra culo, en general, no supone un insulto por sí sola, depende del contexto y ponía unos pocos ejemplos de frases que incluyen la palabra “culo” en su estructura. Me gustaría terminar con otro ilustrador ejemplo: Si no vas a la huelga general el próximo 14 de noviembre, si no ejerces tu derecho fundamental a quejarte, porque “vas de culo” con el trabajo, con los gastos o con el pretexto que quieras; entonces, no te quejes porque el gobierno, la empresa y la sociedad “te dan por culo” constantemente… Con el tiempo, tal vez, termine gustándote.