viernes, 28 de febrero de 2020

Idiotas peligrosos


Hace más o menos un mes Twitter limitó (que no suspendió ni canceló) la cuenta oficial del partido de ultraderecha Vox que ostenta 52 escaños en el parlamento español -lo que lo convierte, lamentablemente, en la tercera fuerza política de España-; este “castigo” o “reprimenda” de la red social se debe a un tuit publicado por la formación de extrema derecha que literalmente decía: “lo que no soportamos es que os metáis en nuestra casa y nos digáis cómo tenemos que vivir y cómo tenemos que educar a nuestros hijos. Y menos aún que con dinero público promováis la pederastia”. Y es que el community manager de los de Abascal, pasó por alto las normas de uso de la red social sobre “la incitación al odio”. De cualquier forma, twiter solo limitó el uso de algunas funciones de la cuenta (como publicar nuevos tuits) y le dejo claro a @vox_es que las reactivaría si retiraban el tuit. Lejos de hacerlo, el visceral partido y sus viscerales dirigentes decidieron, el pasado 7 de febrero, querellarse contra la red social por, nada más y nada menos que, vulneración de derechos fundamentales e injurias. Es curioso como Vox -que tiene entre sus dirigentes más destacados a un par de abogados que ejercieron la acusación particular en el juicio del Procés- ve un delito de injurias en el ejercicio de la política de conducta de Twitter (pública, por cierto, y que se debe de aceptar al abrir una cuenta) donde el único delito que se puede vislumbrar es en el susodicho tuit donde @vox_es acusa al gobierno de financiar la pederastia, lo menos es un presunto delito de calumnias.

Este tipo de “escándalos” gusta mucho al partido ultra pues les da visibilidad mediática y los reafirma con sus más de tres millones y medio de votantes. Y ese es el problema principal, que el 15% del electorado español eligió (y elige) una formación política bravucona, de discurso machista, xenófobo y homófobo, y descaradamente francofílica y reaccionaria, dándole visibilidad ya no solo mediática, si no también política, al machismo, a la xenofobia, a la homofobia y al nacionalismo patriotero.

Es gravísimo que buena parte de la población española, con capacidad de decidir cómo se conforma el máximo órgano de representación del país, vea atractivo a un partido político que tilda de “ideología de género”(sic) las leyes contra la violencia machista o llama adoctrinamiento en esa “ideología de género” a la educación sexual, ausente en el sistema educativo español y que se pretende desarrollar por el actual gobierno progresista; para evitarlo, los insensatos e insensatas de Vox se han atrevido a difundir bulos a través de vídeos, tuits e incluso declaraciones públicas esperpénticas como las de Rocío Monasterio, quien espetó, en precampaña electoral, que en los colegios de Madrid "se les dan unos cursillos con 8 años en los que se les dice que tienen que probar a ser niña, y la niña a ser niño" asegurando que se les invita a "probar nuevas prácticas sexuales y explicárselas a los demás", llegó incluso al absurdo diciendo que "se habla de zoofilia, de parafilias". Y qué decir del Primoriverista Javier Ortega Smith, Secretario General de Vox, disparando un fusil de asalto en un campo de tiro militar, y acto seguido, señalando los agujeros de bala en la silueta diciendo: “Este es un hijo de puta del Daesh, que había que cargárselo”(sic)

De este tipo de gente está repleto el mundo, pero estos y estas, hoy por hoy tienen posiciones de poder, ocupan espacios de decisión relevantes en el desarrollo de la sociedad; son gente energúmena, autoritaria e intolerante, en definitiva, peligrosa.

Medios de comunicación electrónicos cada vez más inmediatos, redes sociales como Twitter, Facebook, incluso Instagram, se han convertido en el escaparate perfecto para las legiones de idiotas, como decía Umberto Ecco, idiotas cuyas declaraciones y opiniones al final de cuentas no tendrían mayor relevancia si no fueran recogidas, digeridas y asumidas como propias por más idiotas que los legitiman.