lunes, 18 de diciembre de 2017

Algo se ha roto


Han pasado poco más de dos meses desde la última vez que escribí un post en este blog, en esa última entrada hablaba yo sobre cómo esa perversa unión entre PdeCat y ERC junto con la CUP, usando y abusando de su mayoría parlamentaria, pasaban por encima del resto de partidos, los no independentistas, y desobedeciendo las propias reglas del Parlament, aprobaban la ley del referéndum y la posterior ley de desconexión. Desde aquel 6 de septiembre hasta hoy han pasado una cantidad de acontecimientos que si me hubiesen dicho que pasarían, no me lo hubiera creído, pero pasaron: El Estado puso en marcha un “espectacular” operativo, Anubis le pusieron, el cual consistía en llenar de patrullas de los GRS de la Guardia Civil (sus cuerpos de elite) importantes vías de Barcelona, donde se encuentran las principales Conselleries de la Generalitat , registrarlas y detener a funcionarios de alto nivel para ser interrogados (llevándoselos esposados, para añadir dramatismo a la puesta en escena), al tiempo que esto ocurría más de 10.000 policías nacionales y guardias civiles eran alojados en cruceros fletados por el gobierno español, barcos decorados con enormes dibujos de personajes entrañables de la Warner, flipante. Cientos de miles de ciudadanos en Catalunya nos indignamos ante lo que a todas luces parecía una “ocupación” y muchos, que no íbamos a votar en 1 de octubre por considerar esa convocatoria ilegitima, finalmente decidimos votar (en mi caso votar “no”, pero seguramente hubo mucha gente que ante estos movimientos del Estado decidió cambiar su intención de voto).

Decidí finalmente acudir a las urnas ilegales porque unos y otros, Estado y Generalitat, a los “equidistantes”, nos pusieron una pistola en el pecho, figuradamente hablando obviamente, pues votar legitimaba una posición pero no votar legitimaba otra, al menos eso pensamos muchos, y en mi caso decidí optar por el que vi como “daño menor”, al fin y al cabo terminó siendo lo que yo pensé que terminaría siendo: Una reivindicación social más que una votación vinculante, aunque los independentistas más radicales, al día de hoy no lo quieran ver así.

El Estado, utilizando el monopolio de la violencia que ostenta, terminó boicoteando con éxito el 1-O: Entre las urnas incautadas, los colegios electorales cerrados a hostias y los gravísimos “errores” informáticos en el llamado “censo universal” (sic), el resultado no puede ser ni fiable ni legítimo.

A pesar de todo, y después de dos semanas de titubeos, negociaciones “secretas” y presiones, el Parlament (hoy disuelto) y el President (ahora cesado) declararon unilateralmente la independencia de la República Catalana, y la respuesta del Estado fue la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que viene a decir más o menos que el gobierno en turno puede adoptar las medidas necesarias (previa aprobación en mayoría absoluta del Senado) para hacer que una Comunidad Autónoma díscola cumpla forzosamente con sus obligaciones constitucionales. Es evidente que a este artículo de la Constitución Española le falta un poquito de desarrollo, pero bueno, tampoco es que se lo hayan sacado de la manga, de hecho es una copia prácticamente literal al artículo 37 de la Ley Fundamental de Bonn (Constitución Alemana). En fin, que el resultado ha sido la disolución del Parlament de Catalunya, el cese del President, del Vicepresident y de todos los Consellers catalanes, la querella penal en contra de todos los miembros del Govern catalán, de los miembros de la mesa del Parlament y de dos activistas, la encarcelación preventiva de esos dos activistas y de parte del Govern cesado (incluido el exvicepresident Oriol Junqueras), el auto exilio de otra parte de Govern cesado (incluido el expresident Carles Puigdemont) y la convocatoria de elecciones autonomicas en tiempo record: Votaremos el jueves 21 de diciembre. Mientras tanto, las funciones de la Generalitat las asume el Gobierno Central, vamos que estamos intervenidos.

Así las cosas; he creído necesario el resumen, primero porque algunos y algunas que me leéis estáis a miles de kilómetros allende el mar y seguro que bien, bien, no se llega a entender la sarta de despropósitos que se han venido acometiendo en los últimos dos meses; pero también porque me viene bien poner un poco de orden en mi cabeza y en mis emociones ya que han sido un par de meses verdaderamente "esquizofrénicos", saltando de la defensa al rechazo y viceversa de ambas posturas. Si no he publicado en todo este tiempo ha sido fundamentalmente porque mi enorme enfado no me hubiese permitido escribir con cierta sensatez, aún ahora me cuesta encontrar las palabras sin pasar por el sobresalto visceral.

Aquel 6 de septiembre, algo se rompió, de una forma en que difícilmente se podrá volver a unir, me explico: Todos, en Catalunya tenemos en nuestro entorno más cercano, amistades, familia, compañeros de trabajo, tanto independentistas como no independentistas, y hasta hace dos meses se podía perfectamente hablar de forma critica sobre estos temas, sobre la viabilidad o no de una hipotética independencia, sobre pros y contras; incluso se podía hasta discutir acaloradamente en una tertulia familiar o una reunión de amigos y terminar la jornada con dos besos y un abrazo, pues por encima de cualquier sentimiento ideológico existía otro mucho mas fuerte mas solido, el de la amistad y el de los lazos familiares. Hace 13 años que vivo aquí, estoy casado con una catalana y mi hijo es catalán, puedo decir sin miedo a equivocarme que los catalanes y las catalanas en general, son gente leal y honesta, una vez que te brindan su amistad es para toda la vida, pienses como pienses, votes a lo que votes, creas en lo que creas. Pero hoy en Catalunya las tertulias familiares y las reuniones de amigos ya no terminan con dos besos y un abrazo, en el mejor de los casos, acaban con un apretón de manos y una revalorización del vínculo que une a quienes se despiden.

Pero si hace poco más de dos meses algo se rompió, hace 7 años que se viene tensando ese "algo" para que se rompa, por un lado el gobierno de Partido Popular atacando insistentemente todo lo catalán (desde el Estatut d’Autonomia recurrido ante el tribunal constitucional y mutilado finalmente por éste, hasta la financiación por debajo de las demás Autonomías cuando se aportaba cerca del 25% del PIB nacional); y por otro lado los partidos independentistas alimentando el rencor a lo español con el “Espanya ens roba” o “Sense Catalunya Espanya fa fallida”. Con una absoluta irresponsabilidad y con poquísima altura de miras, políticos de ambos lados del Ebro, que distan mucho de ser estadistas, han conseguido en esos 7 años lo que en su día logró el hombrecillo infame del alzamiento del 36: Separar familias enteras y fracturar a la sociedad (catalana y española) en “ellos y nosotros”

Votamos en 3 días a un nuevo Parlament, y no he escuchado por parte de ERC, JxCat, PP ó C’s, un programa político una hoja de ruta para hacer gobernable Catalunya. La CUP por su parte tiene un programa social claro, pero pasa irremediablemente por la instauración de la Republica catalana y por tanto por continuar con el proceso unilateral de independencia. El PSC por su parte, también tiene desarrollado un programa político que incluye atender buena parte de las demandas sociales de Catalunya, pero según el propio Iceta, no esta dispuesto a gobernar o pactar un gobierno con ERC. La coalición  En Comú Podem tiene claro que para hacer gobernable Catalunya y sacar adelante su programa social hace falta un pacto de Izquierdas que pasa necesariamente por tender lazos entre ERC (probablemente la lista más votada) y PSC, pero no parece que los Republicanos quieran de verdad apartarse de la estrategia de utilizar su estancia en prisión continuando con el discurso victimista (exactamente igual que JxCat), ni que el PSC quiera hacer un ejercicio de estadismo rompiendo una lanza a favor de ERC para intentar, junto a los comunes, desenrocar esta situación.

A ningún político parece importarle demasiado el verdadero dilema en Catalunya: Veréis, la única radiografía fidedigna que se tenía de la sociedad catalana y de lo que ésta quiere, era la composición del Parlament después de las elecciones de 2015, puntos porcentuales arriba o abajo, la mitad eran partidos (o coaliciones) independentistas y la otra mitad no independentistas, y ese 50% es el principal problema ya que,a tenor de esa evidencia, ninguno puede hablar por todos, no somos “un solo poble” como utiliza de slogan  Puigdemont, estamos cortados por la mitad, y parece que dentro de 3 días la cosa no va a cambiar mucho gane quien gane. Hace falta desbloquear la situación y la única forma de que esto sea posible es a través de un pacto progresista con todos lo partidos de izquierda, pero me temo que están todos y todas mirándose demasiado el ombligo mientras a los ciudadanos de Catalunya nos siguen creciendo las grietas hasta que la fractura sea de verdad irreparable.