jueves, 6 de octubre de 2011

Vivir con miedo.

Vengo de un país que a lo largo de su historia reciente ha aprendido a vivir con el miedo metido en el cuerpo, esa es la principal razón por la que tomé la difícil decisión de recorrer 10,000 kilómetros e instalarme en Barcelona. Es verdad que vine a estudiar, pero podría haber regresado al terminar mis estudios como hicieron tantos y tantos compañeros de aula; no, yo lo t6enia claro desde que tomé la decisión hace mas de 7 años. ¿Por qué?

La Ciudad de México es un lugar que amas y odias al mismo tiempo; es bellísima, cosmopolita, moderna, clásica, artística, divertida, grande… Pero también es peligrosa, estresante, contaminada, a veces indiferente y cruel.

Últimamente mi país esta viviendo la peor oleada de violencia de su historia, es considerado el país mas peligroso del continente americano y el segundo mas peligroso del mundo después de Afganistán. Para vivir en México, hay que aprender a vivir con miedo.

Pero hay otros miedos que también nos acompañan en sociedades bien distintas, sociedades donde no miras por encima del hombro cuando caminas por la calle, donde no procuras compañía e iluminación al regresar a tu casa después de una cena o unas copas aunque sean las 3 de la madrugada, por que sabes lo improbable que resulta ser victima de un atraco. En estas sociedades tampoco corres un riesgo significativo de sufrir un secuestro, una violación, una ejecución o de encontrarte en medio de un ajuste de cuentas y ser alcanzado por una bala que no iba dirigida a ti. Es verdad que se cometen delitos, como en todas las sociedades, pero son tan escasos en comparación que suenan escandalosamente en los medios de comunicación quienes se nutren de ellos como aves carroñeras.

En estas sociedades “avanzadas”, que comparten moneda y que no tienen limites fronterizos entre ellas, los miedos que causan nuestras ansiedades son otros, mas sutiles, mas etéreos, pero no por ello menos dañinos: Miedo a perder el trabajo y con ello la casa al no poder pagar una hipoteca que quintuplica su valor real, miedo al “jefe”, miedo a ejercer nuestros derechos constitucionales para no cabrear al jefe y perder con ello nuestro trabajo y la casa (otra vez), miedo a pagar impuestos y miedo a no pagarlos, miedo a la sanidad pública y miedo a que nos la quiten, miedo a la educación laica y publica y miedo a que los curas eduquen a nuestros hijos y además les paguemos por ello, miedo a los políticos y miedo a quedarnos sin ellos.

¿Y si dejamos de tener miedo? ¿Y si hacemos bien nuestro trabajo y exigimos al “jefe” que haga bien el suyo? ¿Y si hacemos valer nuestros derechos constitucionales y nos organizamos colectivamente? ¿Y si exigimos que las leyes que la mayoría consideramos injustas sean cambiadas?, insisto ¿y si dejamos de tener miedo?

lunes, 3 de octubre de 2011

Votar o no votar, ese es el dilema.

Que el sistema electoral español es defectuoso, injusto, esta amañado y beneficia a los dos partidos mayoritarios (PSOE y PP) es cierto; que el voto en blanco y el voto nulo benefician a esos partidos también es cierto; pero también es cierto que la abstención los beneficia de la misma forma que el voto en blanco y el voto nulo. Comienzo así esta entrada a propósito de un cartel con el que me tope hace unos días donde se llamaba a la “Abstención Activa” el próximo 20 de noviembre, fecha de las elecciones generales. Dicho cartel es parte de la campaña que, al menos en Catalunya, esta llevando a cabo el sindicato CGT (Confederación General del Trabajo), organización de corte anarco-sindicalista.

Desde mi punto de vista esta campaña es un grave error ya que solo le facilita las cosas a los partidos mayoritarios para perpetrarlos en el poder y no resuelve la grave situación antidemocrática que se vive en España. Puedo entender los motivos ideológicos que respaldan esta iniciativa, pero como siempre, desde hace más de 30 años, se quedaran en eso, motivos ideológicos y no cambiaran nada.

El sistema, tal y cual esta solo se puede cambiar por dos vías: O desde las barricadas a través de las armas o desde las urnas, desde dentro del sistema mismo. Y nuestra historia y los hechos nos demuestran que las armas no las vamos a coger por muy idealistas y anarquistas que nos creamos.

El sistema electoral es, como dije al principio, injusto y esta amañado para que tanto el PSOE como el PP se mantengan, con cierta alternancia, en el poder, dentro de un sistema de gobierno bipartidista en la práctica, aunque constitucionalmente sea parlamentario. Pero por muy defectuoso y pervertido que sea el sistema electoral se puede cambiar, ¿cómo?, votando.

Si me abstengo, si voto en blanco o si hago nulo mi voto, solo estoy subiendo el porcentaje por diputado elegido, es decir, estoy encareciendo el escaño y de esta manera facilitando que los partidos mayoritarios accedan a ese escaño en perjuicio de los minoritarios.

Tan terrible es la “abstención activa” como el “voto útil”, votar masivamente al PSOE o al PP para que el otro no salga elegido es, con perdón, una jilipollez. Nuestro sistema político, a pesar de todo, sigue siendo parlamentario, no votamos para elegir presidente, votamos para elegir a nuestros representantes en el parlamento y ellos a su vez eligen, votando, al presidente de gobierno, quien, si su partido tiene mayoría absoluta en dicho parlamento, suele ser el cabeza de lista. Pero ¿Qué pasa si los votantes de izquierda que suelen votar al PSOE votaran a Izquierda Unida, o a otro partido de izquierda (que haberlos “hailos”)?; ¿y si otro tanto hiciesen los votantes de derechas con el PP?


Ese es voto que hay que provover, ese es el verdadero voto útil; convertir a los minoritarios en mayoritarios, que son los que realmente nos podrían representar, y si no lo hicieran, podriamos al menos decir que lo hemos intentado.