miércoles, 19 de octubre de 2016

De la raza, la hispanidad y otros mitos.



Colón de Barcelona (Foto: Imanol García Aladro 2016)

Hace hoy una semana se celebró en España, el día nacional, el llamado día de la hispanidad, popularmente conocido como “el día de la Raza”, día que en el santoral católico, muy ligado a los festivos españoles, corresponde a la Virgen del Pilar patrona de la Guardia Civil (cuerpo policial de régimen militar) y ya que estamos, día nacional de las Fuerzas Armadas Españolas… Por cierto, ese día 12 de octubre, pero de 1492 desembarcaba en la isla de Guanahani, en las actúales Bahamas, Cristoforo Colombo, navegante genovés que, con el patrocino de la Corona de Castilla, comenzaba uno de los mayores expolios de la historia.

Podemos usar los eufemismos que queramos para edulcorar la historia y hacerla menos amarga para las sensibles mentes de los hispanofílicos en ambos lados del océano, “encuentro”, “descubrimiento”, “fusión”… Lo que queráis, pero la realidad es que aquello fue el desencadenante de una serie de conquistas militares y los saqueos consecuentes a civilizaciones milenarias.

Cada 12 de octubre, se reactiva un interminable debate sobre el porqué se decidió que la fiesta nacional de España, fuese un día tan polémico en el que, a día de hoy, no hay nada que festejar:
  • Todos los países, sin excepción, que fueron alguna vez colonia española en el continente americano, hace siglos que se independizaron y en la mayoría de los casos a través de guerras cruentas en medio de conspiraciones políticas.
  • En ninguno de esos países, o casi en ninguno, ese día es especialmente festivo, no va más allá de una efeméride histórica, que sin embargo si sirve para reavivar año con año el debate nacionalista y anti-español en dichos países.
  • La “grandeza” del supuesto “Imperio Español” a la que nos podría remitir, si alguna vez la hubo, hace unos 200 años que no es más, desapareció con la independencia de los últimos países americanos en emanciparse de una España intervenida militar y políticamente, y enormemente endeudada.
Da la sensación que en los primeros años de democracia española, cuando se redactaba la actual constitución y se elaboraban las primeras leyes, los legisladores, en un intento de conciliar ese presente turbulento en el que vivían con un pasado supuestamente glorioso (que el agonizante régimen franquista se había encargado de mitificar), sin pensarlo mucho, eligieron ese día de la Raza como fiesta nacional.

La mayoría de los países del mundo, si no es que todos, festejan su “día nacional” el día en que precisamente comienzan a existir como país, como Estado o al menos como “nación” y éste  no es el caso de España, a pesar de la poética explicación de motivos que esgrime la ley 18/1987 del 7 de octubre donde se declara fiesta nacional al 12 de octubre y que, a mi juicio, presenta ciertas imprecisiones, por llamarlas de algún modo: Justifica dicha ley la elección de esta fecha argumentando que “…simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma Monarquía…” Pues bien, a finales del siglo XV el concepto de Estado, al menos como lo entendemos hoy, no existía y mucho menos el término “España” para referirse a ese supuesto “Estado”; quizás, como herencia lingüística de un pasado romano fuese de cierto uso común el término “Hispania” o algún derivado fonético castellano-leonés (esto lo sabrá mejor un lingüista) para referirse al espacio físico que ocupaban los cinco reinos que en ese entonces dominaban la península: Castilla, Aragón, Navarra, Granada y Portugal, pero de ningún modo para definir el conjunto de dichos reinos como una sola unidad político-territorial.

Pero, sin ser estrictos y valorando el hecho de que la unión del las Coronas de Aragón y de Castilla, la “liberación” del Reino de Granada y la “conquista” del Reino de Navarra  suponen o más bien, supondrán unos cuantos lustros más tarde, el gobierno de estos territorios bajo una sola monarquía, se puede entender la motivación del legislador en construir a través de estos hechos históricos un único sentido de identidad nacional en una España profundamente dividida por los rencores de la guerra civil. Pero entonces, ¿qué pinta el 12 de octubre de 1492, si el único hecho descrito que ocurre en ese año es la conquista de Granada y no fue el 12 de octubre si no el 2 de enero?

Volviendo al “descubrimiento” de América, el reclamo que hace Colón sobre las tierras en las que acababa de desembarcar lo hace en nombre de la Corona de Castilla, ni si quiera en el del binomio Castilla-Aragón, mucho menos en el nombre de un inexistente Reino de España, faltaban aún muchos territorios por “conquistar” en la península (y en  algunas islas). Por lo tanto, sigue siendo muy desafortunada la elección como día nacional una fecha en la que, no solo no hay una relación de peso con la idea de “Nación Española” sino que además supuso para muchas civilizaciones su aniquilación cultural y, en el mejor de los casos, un mestizaje impuesto a través de la fuerza  religiosa-militar.

Estoy seguro que a estas alturas de la entrada, más de uno o una me estará mandando a tomar por saco (por no decir otra parte más noble de mi anatomía) y me estará acusando de padecer “el complejo del conquistado” argumentando que “eso paso hace mas de 500 años”, “que los españoles de hoy nada tienen de que avergonzarse, y los latinoamericanos de hoy  nada tienen de que resentirse” y estoy completamente de acuerdo con ello, pero también pienso que no hace falta festejar algo que supuso sangre, muerte y saqueo de todo un continente durante al menos 300 años… ¿O como se sentirían los españoles de hoy si el día nacional de, por ejemplo, Arabia Saudí fuese el 19 de julio y se celebrase que ese día del año 711 tuvo lugar la Batalla de Guadalete que dio inicio a la conquista de la península Ibérica por los árabes, conquista que duro casi 800 años?

martes, 18 de octubre de 2016

La lengua reloaded

Hace ya nueve años que comencé éste inconstante proyecto donde digo (y a veces vomito) lo que pienso sobre diferentes temas, aunque he de decir que son los temas políticos y sociales los que de forma mayoritaria han ocupado, y seguramente seguirán ocupando, entradas en este blog; porque sencillamente, somos seres sociales y la política  (aunque a muchos no les guste) incide de forma determinante en nuestras vidas: Es en la política, y a través de sus mecanismos, donde se eligen a nuestros gobernantes, se  elaboran las leyes, se fijan los impuestos, etc.

Pero en este blog, aunque de forma menos habitual, he escrito sobre cine, televisión, derecho animal, religión… En fin, siempre quise que fuese un lugar donde poder hablar de todo lo que me interesa, o de casi todo, pues pienso que hay temas que merecen un espacio propio y que espero, en un futuro, poder abrir.

Hoy , cuando han pasado poco más de 2 años y medio desde la publicación de mi última entrada, recargo pilas, retomo este viejo espacio y lo reformo, para volver a compartir mis pensamientos con quien quiera leerme, eso sí, esta vez con el firme propósito de que la inconstancia se transforme en cotidianidad, posteando periódicamente.

Así pues, que sirva esta pequeña entrada de prefacio para esta nueva etapa de La lengua de la serpiente emplumada.