miércoles, 20 de junio de 2018

Tregua al Futból


Mi afición, por llamarle de alguna manera, al futbol nunca ha sido destacable; quizás la época en que trabajé en el equipo de prensa y difusión del Pachuca (justo la temporada anterior a la del acenso), sirvió para alfabetizarme futbolísticamente y despertó cierto interés en un deporte que hasta ese momento había pasado por mi vida sin pena ni gloria, salvo (como la mayoría de las personas) durante un mes cada cuatro años.

Algunos años después, viviendo ya en la Ciudad de México, ese interés fue creciendo discretamente debido, más que nada, a mi entorno de amistades, muy futboleros todos y con los cuales compartía cierta simpatía por el equipo Cruz Azul, incluso llegue a ir al estadio con ellos a ver algún partido de Liga.

Nunca me disgustó el futbol, la verdad sea dicha, al menos no en aquellos años, ni cuando me mude de ciudad y vine a vivir a Barcelona donde, nuevamente, mi entorno de amistades, influyó, ahora de forma mucho más contundente, en mi gusto por este deporte y mi predilección por el Barça. Gusto y predilección duraron poco, apenas unas cuantas temporadas, donde pase de festejar eufórico victorias en la Fuente de Canaletas, a cuestionar seriamente el uso y abuso del espectáculo entorno a este deporte para, incluso, distraer la atención de la ciudadanía sobre asuntos sociales y políticos que afectan la economía, las libertades y el estado de bienestar de las personas.

Pero, también hay que decirlo, mi crítica siempre ha sido hacia los medios, hacia los gobiernos y fundamentalmente, hacia la “afición” pues son ellos, y no el deporte en sí mismo, quienes permiten ese uso y abuso. Es indignante, siempre lo diré, que la ciudadanía sea capaz de movilizarse por cientos de miles, para festejar una victoria futbolera, ya sea del Barça, del Cruz Azul, de la Selección de México o la de España, y no tenga la conciencia de clase para movilizarse por sus derechos más fundamentales. Esta posición crítica adoptada por mi ha supuesto un desapego constante hacia el futbol, desapego del cual no me arrepiento y que seguiré ejercitando.
 
Incluso, el Mundial, hasta hace unas pocas semanas, no me había llamado demasiado la atención, llegue a pensar que ni siquiera vería algún partido. Fue entonces cuando en este Mundial comenzaron a ocurrir “cosas extrañas”, incluso desde la clasificación: Italia y Holanda no llegaron a clasificarse, y si lo consigue Perú después de 35 años, y por primera vez en la historia vemos a Islandia jugar en un Mundial.

Llegaron los primeros partidos: España y Portugal empatan al igual que lo hace Argentina con la recién estrenada Islandia, y qué decir del siempre favorito Brasil que también empata con Suiza.

Pero la sorpresa más grata sin duda es la protagonizada por la Selección Mexicana que, no solo le gana a la campeona actual Alemania, si no que lo hace jugando un esplendido partido, a pesar del escándalo de la supuesta “fiestecita” que se montaron los jugadores.

Llevo días pensando (incluso antes del partido de México): En éste mundial puede pasar cualquier cosa, igual vemos buen futbol, no ganan los mismos (o al menos se lo tienen que currar un poco mas) y vale la pena darle una tregua al futbol, aunque no me ponga la camiseta de la Selección, me la probé y parezco tamal mal amarrado.

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