jueves, 16 de febrero de 2017
Queremos votar.
miércoles, 21 de diciembre de 2016
Europa: Hay terrorismos que importan más y otros ménos
martes, 22 de noviembre de 2016
Comiendo populismo
No es un término nuevo aunque últimamente es muy recurrido, sobre todo desde que Donald Trump arribara al escenario político mundial con su provocadora campaña que le valiera el triunfo en las presidenciales de Estados Unidos. El término populista, en estos días, se repite hasta la saciedad en tertulias radiofónicas y televisivas, en ruedas de prensa de políticos, en columnas y editoriales de periódicos; desayunamos, comemos y cenamos "populusmo"; en un segundo, todos son poseedores de la verdad y descubridores del “secreto” que hace que lideres tan dispares, que se encuentran en las antípodas ideológicas uno del otro, como son Donald Trump y Pablo Iglesias, movilicen masas y triunfen en su escalada política en sus respectivos entornos. De pronto se hacen “análisis” simplistas y ridículos que pretenden comparar a uno con el otro, reduciendo el éxito de un movimiento social, complejo y que responde a la necesidad de la gente de cambiar el modelo de participación popular en la política, al carisma de uno de sus líderes (recordad que en Podemos hay muchos rostros, muchos referentes) y a su capacidad de construir un discurso “encandilador”
Es penoso leer declaraciones oportunistas de políticos como Albert Rivera (Ciudadanos) o Esperanza Aguirre (PP) que, como animales carroñeros, aprovechan el inesperado éxito de Trump para arremeter sin ningún tipo de fundamento contra Podemos, utilizando discursos paradójicamente populistas, es decir demagógicos pero vacios en su contenido, como lo asegurado por Rivera el pasado 9 de noviembre: "La libertad pierde hoy. Gana el proteccionismo. América para los americanos, y van a estar contentos seguramente los que quieren sacar las bases de la OTAN y los que no quieren una coalición de países occidentales"
¿La libertad pierde? ¿Gana el proteccionismo? ¿América para los americanos?, los discursos de Rivera siempre están cargados de frases hechas, que "enganchan", que dicen lo que su público, predispuesto, quiere escuchar, pero tirar de este tipo de recursos oratorios es muy peligroso si se es ignorante en el tema que se discursa, pues esas mismas frases se pueden convertir en boomerangs que regresen para cortarnos la lengua. La premisa fundacional de Ciudatans, el partido madre de Ciudadanos, es “España para los españoles”; aunque no está escrita en ningún lado, o al menos no así, sí se fundamenta en la idea de la “unidad de España”, una idea contrastante que choca con un partido supuestamente liberal (yo diría neo-liberal) y que se declara favorable al libre comercio.
El discurso anti-catalán y españolista, de Ciudadanos y su líder (ese sí, único y todo poderoso) Albert Rivera sí que es populista, pues es utilizado solo para “regalarle los oídos” a sus votantes sedientos de unidad, de España y de aguiluchos moribundos, cuando su verdadero ADN es el " anarquismo de derechas", ese que lucha por una supuesta “libertad del ciudadano” no como parte de un colectivo si no desde su individualidad, en un entorno hostil donde solo sobreviven los más fuertes. Llama proteccionismo a la intervención del Estado en la sociedad, pero sin esa intervención no habría control y los más fuertes (empresas, capitales) someterían a los más débiles (trabajadores, ciudadanos).
La comparación de Trump con Iglesias, es una memés en sí misma, pues las políticas del nuevo presidente de EEUU tienen mucho más puntos en común con el neo-conservadurismo del PP que con el programa político de Unidos Podemos; pero no es de extrañar pues esa comparación viene de uno de los pilares fuertes del Tea Party español: Esperanza Aguirre, ella sí, experta en discursos populistas y en la utilización de la demagogia como arma arrojadiza.
La realidad es que atacar a supuestos populismos usando otros populismos es una estrategia muy básica que define la política española, sitúa a nuestros políticos en un nivel bajísimo, pero lo preocupante es que nos sitúa a los ciudadanos en un nivel aun más bajo, pues somos los que nos comemos sin rechistar esos discursos.
jueves, 10 de noviembre de 2016
Un bravucón en la Casa Blanca
Ayer la sociedad estadounidense (o más bien una pequeña parte de ella, la que vota, la que puede y tiene los medios para registrarse en el padrón de votantes) decidió que prefería al bravucón de la clase que a la niña mimada y empollona, como si de un cole de primaria se tratase. Y es que así de patética es la política estadounidense, que esta en manos de sociópatas narcisistas, yupis que van de progres pero son tan librerales como el que más, analfabetos graduados de Yale gracias a los enchufes de su papi, puteros convulsivos de sonrisas afables, directores de la CIA que igual enchufan a un hijo tonto en Yale que hacen la guerra sucia a países del tercer mundo, actores mediocres que estaban en el lugar y el momento adecuados, y asi, un larguísimo etcétera de criaturas detestables que, bajo el espejismo del sueño americano, manejan los destinos del planeta.
La campaña electoral, ha sido un autentico circo que, entre muros fronterizos y exabruptos misóginos, entre desplantes racistas y espavientos seniles el infame hombrecillo del rubio tupe ha construido con el único objetivo de colarse en la casa blanca, para hacer realidad los sueños mas cachondos del Tea Party y de paso ponerle los dientes largos a toda la extrema derecha europea.
Pero, no creo que el futuro de la humanidad hubiese pintado mucho mejor con la señora Clinton en la silla presidencial de EEUU; ya ha demostrado sobradamente, durante su desempeño como Secretaria de Estado que le gusta la guerra, que piensa que todo el mundo musulman es terrorista y que no le gusta la Rusia de Putin, combinación explosiva en manos de alguien que antepuso su ambicion política a su dignidad.
Los objetivos de campaña de Trump son terribles para el mundo latinoamericano, concretamente para México, es un racista que pretende (o dice pretender, ya veremos si lo cumple) deportar a todos los indocumentados, hacerle la vida dura a los no estadounidenses y prohibir la entrada de Mexicanos a través de sus fronteras. Pero por otro lado prometió reactivar la economía domestica, es decir, reabrir minas, refinerias y fabricas para generar empleo ahí donde hace tanto que no hay (veamos si eso también lo cumple, que en campaña se dice mucho y al final se hace poco), es así como se entiende que el voto obrero y el voto de la gente mayor haya sido decisivo para encumbrarlo en el poder.
La realidad es que al minuto uno de haber sido electo, ablandó su discurso apelando a la unidad del país e invitando a todas las fuerzas políticas a colaborar en la reconstrucción de una sociedad radicamente dividida. Vimos a un irreconocible Donald Trump conciliador y patriota (de esos que les gusta ver a los gringos) que urgia a la sociedad a cicatrizar sus heridas, esas heridas que entre él y Hillary Clinton profusaron en la roja piel del cuello del votante estadounidense.
viernes, 4 de noviembre de 2016
Cuestión de dignidad
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La peineta nacional (Foto: Imanol García Aladro 2013) |
miércoles, 19 de octubre de 2016
De la raza, la hispanidad y otros mitos.
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Colón de Barcelona (Foto: Imanol García Aladro 2016) |
- Todos los países, sin excepción, que fueron alguna vez colonia española en el continente americano, hace siglos que se independizaron y en la mayoría de los casos a través de guerras cruentas en medio de conspiraciones políticas.
- En ninguno de esos países, o casi en ninguno, ese día es especialmente festivo, no va más allá de una efeméride histórica, que sin embargo si sirve para reavivar año con año el debate nacionalista y anti-español en dichos países.
- La “grandeza” del supuesto “Imperio Español” a la que nos podría remitir, si alguna vez la hubo, hace unos 200 años que no es más, desapareció con la independencia de los últimos países americanos en emanciparse de una España intervenida militar y políticamente, y enormemente endeudada.